DESVALORIZACIÓN

El que pasa el tiempo arrepintiéndose
del pasado, pierde el presente
y arriesga el futuro».
Francisco de Quevedo.

Cuando somos niños, la mayoría jugamos, reímos, hacemos travesuras nos gusta estar con otros niños. Esos niños que éramos nos divertíamos y seguro que había cosas que nos daba miedo, persona con las que no queríamos convivir, sin embargo, encontrábamos un momento para reír.
Los recuerdos de esa infancia regularmente cuando volvemos a ese momento de la niñez, la mayoría recordamos circunstancias que nos divertían, donde nos sentimos felices, pero es ineludible hoy a la distancia recordar momento donde alguien nos molestaba, los recordamos con dolor, enojo, impotencia, frustración, etc. Estos sentimientos que nos hacen darnos cuenta de lo vulnerable que somos, ya que nos lastimamos con los recuerdos de lo que ya pasó.

El tiempo de las malas experiencias fue doloroso, pero ya lo vivimos, ya nos dolió y en ese momento no nos pudimos defendemos, no paramos el abuso y no podemos regresar El tiempo para hacer algo al respecto. La pregunta que me hago constantemente es: ¿Por qué nos seguimos doliendo?, ¿por qué al recordar surge el enojo, la frustración como si lo viviera hoy?. Para qué sirve en mi evolución no salir del dolor, de ese recuerdo agudo que enoja, lastima y limita, sin la pretensión de minimizar lo ocurrido.

Me refiero a ese dolor, que en circunstancias parecidas lo recordamos y que en ocasiones nos detiene en la toma de decisiones y elecciones, qué continúa dejándonos temblorosos como en esa ocasión en la que se vivió por primera vez con todo esa intensidad, enojo, frustración, fuerza y es aquí donde está la limitación. ¿Cómo nos limita?, ¿Para qué nos sirve el dolor en nuestra vida actual?, ¿Qué es el dolor?.

El dolor emocional, nos puede llevar a un dolor físico o viceversa, este dolor nos puede causar problemas psicológicos, físicos, económicos y sociales como: ansiedad, depresión, estrés, insomnio, aislamiento, baja laboral, teniendo relaciones disfuncionales de pareja, familiares, laborales y sociales, limitándonos a vivir nuevas experiencias gratificantes.

Nos tendríamos que preguntar en este constante y recurrente encuentro con nuestro pasado doloroso, ¿cuál es el motivo que nos hace regresar a vivirlo?, ¿para qué necesitamos este dolor?. Lo vivido es la formación que sin pedir nos lleva hoy a elegir como queremos nuestro presente, de eso que me falto ¿cómo hoy podría hacer que suceda?. Hoy es mi responsabilidad, de que las cosas pasen para evolucionar, crecer, detenerme o no salir.

Hoy podría parar con el dolor del pasado y aprender construir mi presente con nuevas experiencias, personas, lugares en donde me sienta cómod@, aceptad@, querid@, cuidad@ y lo que cada uno considere que requiere en su vida y en su entorno.

Es real que en ocasiones no podemos cambiar el lugar como nos gustaría, pero lo que si podemos es cambiar la actitud ante los sucesos. El dolor emocional nos pude llevar a experimentar enfermedades, conflictos personales y sociales.

Repetirnos constantemente el cómo nos lastimaron no hará diferente el resultado y tampoco es “borrón y cuenta nueva”, es “punto y seguido”, es darnos cuenta de lo que aprendimos, construimos y evolucionamos a partir de cada una de las experiencias vividas.

Te invito a recapitular y darte cuenta de que hoy es el día para continuar, que el ayer se fue y lo que hicimos Y/o nos hicieron no tiene reversa, pero nuestra actitud y acciones hoy pueden ser diferentes para nosotros y para las personas que nos rodean.

Ama y abraza tú vida hoy y construye un mejor futuro, la responsabilidad de hoy es personal, las personas del pasado no son responsables de nuestras elecciones futuras.

“El verdadero dolor, el que nos hace sufrir profundamente,
hace a veces serio y constante hasta al hombre irreflexivo;
incluso los pobres de espíritu se vuelven
más inteligentes después de un gran dolor”.
Fiodor Dostoievski.