Arráncame la vida…

La siguiente lectura se recomienda ser acompañada con este fondo musical

En Puebla, 1929, Catalina conoce a Andrés en los portales de la ciudad. Ella, con tan solo 14 años de edad, se enamora de ese hombre de poco más de 30 años. Él es varonil, de manos grandes, mirada profunda, el clásico macho mexicano, que al mismo tiempo le produce miedo, pero también deseo. Ella, inocente, ingenua, se enamora y acepta casarse con la ilusión de vivir muchas cosas. Él, con carrera política y con varios matrimonios anteriores, ahora tomará a la joven Catalina como su esposa.

Así es como comienza esta historia de Ángeles Mastretta, que se irá desenvolviendo lentamente en el México posrevolucionario, en el que los hombres hablaban de política mientras permanecían de pie, tomaban whisky, y fumaban, en tanto las mujeres estaban alejadas de los hombres, en su casa, sentadas, hablando de embarazos, chismes, moda o de sirvientas.

Andrés violenta a Catalina, pero nunca en el plano físico, todo es meramente psicológico. Ella se mantiene sumisa, por su idealización del amor, pensando que así es como se debe comportar una esposa. A lo largo de la novela seremos testigos de las difíciles condiciones de la mujer en esta época, así como varios de los momentos históricos importantes de la vida de México, pero narrados desde la perspectiva doméstica, lo cual la hace bastante interesante, ya que se trata de una óptica mezclada con el drama de la vida cotidiana y los vaivenes del matrimonio.

Andrés no es el único hombre en la vida de Catalina. Así como van apareciendo en la historia están:
– Marcos Guzmán: el padre de Catalina. Su forma de complacer y consentir a su hija influye fuertemente en la forma en que ella establece las relaciones con los hombres. Entre Catalina y él hay una fuerte amistad, él es su confidente y el alcahuete de su hija.
– Pablo, es el primer amante de Catalina, y es con quien aprenderá a soltarse de Andrés y explorar el placer de la sexualidad.
– Carlos Vives, quien se convierte en el amor de la vida de Catalina. Carlos es director de la sinfónica, se dedica a lo que a ella más le gusta que es la música. Tiene ideales revolucionarios que van en contra de lo que representa el general Ascencio, marido de Catalina. Carlos es lo opuesto a Andrés, se comporta amoroso, detallista y experimenta con Catalina cosas que ella no había vivido con nadie más. Se convierte en algo más que el divertimento de las tardes, y es alguien que ella siempre llevará en su corazón.

En esta historia nos encontraremos con el México de los años 40’s y 50’s, nos veremos envueltos en las costumbres de entonces, en el ambiente político caldeado, pero visto desde lo que pasa en la intimidad de un matrimonio, y especialmente desde la óptica de Catalina. Viviremos con ella sus sentimientos, sus anhelos, sus frustraciones, sus deseos, la idealización del amor pero también las realidades que lo rodean. Habrá momentos en los que añoraremos a nuestro padre por la forma en que Catalina se relacionaba con el suyo. Definitivamente es un gran personaje que pasa por diferentes roles: hija, novia, esposa, madre, amante y viuda, lo que hace que esta historia sea épica en todos los sentidos.

Al final, nos veremos envueltos en una mezcla de sentimientos encontrados, y al igual que Catalina podríamos llegar a amar a Andrés, nunca como a Carlos, pero también sentiremos alivio y liberación. Lectura altamente recomendable, que nos provocará emociones de todo tipo, que nos llevará por las calles del México de los 40’s, pero también a la intimidad de una habitación, y así como cuando escuchamos un danzón, sentiremos ganas de bailarlo, aunque no sepamos, no importa, estaremos experimentando el deseo de movernos rítmicamente al igual que la vida, antes de sentir que se nos va o que nos la arrancan.