El sabor de lo exquisito en la literatura
Pachuca.- En alguna ocasión estaba haciendo mis compras en un supermercado, y no pude resistir acercarme al estante de libros que ahí había. Es muy raro que en un sitio así uno se encuentre con una joya literaria o con algún libro que merezca nuestra atención. La mayoría son novelas románticas, de aventuras o de superación personal, casi solamente para entretenerse mientras uno espera en la fila o en una sala de espera. Sin embargo, en esa ocasión encontré un buen libro que me dejó impactado. El libro en cuestión se llama La Cocina del Cielo, su autora es una mujer italiana llamada Carmela Miceli.
Uno lee un recetario de cocina solo para buscar qué preparar para una ocasión especial o bien para seguir una dieta.
Aunque hay libros de cocina que nos proporcionan cientos de recetas casi para cada día del año, así como recomendaciones dietéticas y valores nutricionales, realmente pocas veces uno se lanza a hacer todas esas recetas y eventualmente encuentra uno algo que pueda aventurarse a preparar. Y es que leer una receta y seguirla son cosas totalmente diferentes. Lo primero es fácil, lo segundo requiere cierto conocimiento de las técnicas culinarias y entender algo del lenguaje de la cocina.
Entonces, pocas veces puede considerarse un libro de recetas como una obra de la literatura universal.
La Cocina del Cielo en realidad es un recetario, así, pura y llanamente. Pero no es cualquier tipo de recetario. Lo que la autora hizo es investigar qué es lo que comían aquellas personas que se han entregado a la vida religiosa: monjes, monjas, sacerdotes, obispos, cardenales, etc. Entonces, increíblemente, nos encontramos con recetas perdidas y recuperadas de antiguos monasterios, iglesias y algunas tradicionales de fiestas religiosas de Europa occidental.
La mayoría de las recetas llevan nombres de santos o de festividades católicas, algunas llevan el nombre de alguna autoridad eclesiástica. Pero no solo eso, cada receta va acompañada de una breve reseña de su origen, el significado de algunas palabras y de algunas festividades, lo que hace al libro sumamente enriquecedor. En ese sentido, el libro es todo un poema sobre la cocina de las iglesias y monasterios. Además, recordemos que los religiosos preparan sus alimentos con lo que tienen a mano, con lo que les han donado o que ellos mismos han cultivado en sus pequeños huertos, lo que hace que sean recetas fáciles de seguir, hasta cierto punto económicas, pero que resultan una verdadera delicia para el paladar y para alimentar el espíritu.
A todo esto, se me viene a la mente otro hermoso libro que mezcla un recetario de cocina con una historia de amor: Como agua para chocolate, de Laura Esquivel.
Cuando uno lee ese libro, quiere conocer a Tita en persona, lo cual no hace falta porque con leer sus recetas y tratar de hacerlas, realmente uno la conoce. Leer Como agua para chocolate, es vivir no solo la cocina mexicana mezclada con algunos ingredientes, sino involucrarse en la historia de Tita, recordar algún amor que hayamos vivido, sentir cada momento de frustración y deseo, sentir nostalgia, enojo, alegría y hasta celos.
Cada receta está unida a un momento especial en la historia, por eso si se atreven a prepararlas, vivirán la literatura más allá de la simple lectura.
Finalmente, el tercer libro en el que la cocina aparece como protagonista es Afrodita. Cuentos, recetas y otros afrodisíacos, de Isabel Allende. Con un agudo ingenio, la autora chilena nos lleva a un recorrido por los ingredientes que en muchas culturas del mundo se han considerado afrodisíacos. En esta obra, yo considero que Isabel Allende redefine el término afrodisíaco y lo eleva más allá del puro sentido sexual. La autora investiga en varias obras, cuáles ingredientes se han considerado afrodisíacos tradicionalmente y agrega algunos que muy probablemente desconocíamos como tales. Pero no solo eso, sino que nos proporciona algunas recetas que podemos realizar y disfrutar con la pareja, aunque no haya estudios científicamente comprobados que indiquen que son afrodisíacos pero que seguramente estimularán el apetito de los amantes, con la recomendación de consumir prudentemente ya que no queremos que, por tener la barriga llena, se nos quiten la ganas de amar.
El libro no sigue una narrativa explícita, sino que es una especie de compendio de ingredientes, sus orígenes y su historia de cómo han llegado a ser considerados afrodisíacos, mezclado con cuentos y pequeñas anécdotas que más de una vez nos harán reír o, quizá, derramar alguna lágrima.
Es así como, estimado lector, te recomiendo estos libros que enriquecerán tu acervo y, aunque no sepas cocinar, seguramente querrás aventurarte a intentarlo. En estos tres textos pasamos de cocinar como un acto espiritual a un acto de amor, de la comida como un elemento con el que podemos elevar el espíritu y dar gracias a la divinidad, a vivir el amor o a experimentar la pasión con nuestra pareja. De esta manera, entre letras se percibe el reconfortante aroma de un pan recién horneado, el hervor de un caldo, la dulzura de la miel o el refrescante sabor de un buen vino que seguramente desatarán nuestros sentidos y nuestras emociones.